jueves, 9 de abril de 2009

El problema de las Ideologías

The problem with ideology is if you got an ideology, you already got your mind made up, you know all the answers, and that makes evidence irrelevant and argument a waste of time, so you tend to govern by assertion and attack. The problem with that is that discourages thinking and gives you bad results.

Bill Clinton




Desde hace mucho tiempo he venido señalando, en cada conversación que he tenido sobre política, el profundo sentimiento de vacío que genera escuchar a los políticos salvadoreños cada vez que abordan cualquier temática de la sociedad.

Y es que ese sentimiento no puede ser distinto en una sociedad en la que cada persona, con cualquier tipo de poder, se afana únicamente en defender su postura propia, aun cuando pretende hablar en nombre de las “mayorías”

La clase política salvadoreña pretende, hoy como ayer, defender una trinchera propia, la de la reforma o la del continuismo, ahora, luego de los resultados de las elecciones, simplemente mudarán su posición de conservadores por la de reaccionarios unos, y la de revolucionarios por reformistas los otros. Al final solo será una modificación de la postura ideológica, o solo el nombre de esta, y no un avance en el sendero del deber ser.

Y es que tenemos un país mas que dividido, separado por ideologías, por corrientes de pensamiento contrapuestas, divergentes y mutuamente excluyentes en las que ninguno o casi ninguno de los actores es capaz de dar validez a los planteamientos o postulados de sus contrincantes, si no es en la mira de conseguir validar sus propios postulados, y esto definitivamente no conduce a nada mas que ampliar la brecha entre los salvadoreños.

Ejemplificando un poco, el ejercicio parlamentario, en nuestra sociedad, no pretende el bien común sino la validación o consecución de los fines particulares de cada instituto político, y es por eso y justamente ahí donde encuentra la perfecta interpretación el voto en “bancada” y en donde de manera evidente se soslaya el “deber ser” del diputado por el “querer” del partido.

En el concepto ideológico en el que basan su actuar los partidos políticos salvadoreños de la actualidad, no importa el individuo político electo en cuanto tal o su responsabilidad con la masa que los elige, sino mas bien la masa votante que facilita la predominancia de la ideología como medio y no el ser humano como fin.

Cuando trasladamos el concepto anterior a la realidad de las campañas electorales de cualquier tipo, vemos exacerbado este comportamiento y llevado a extremo trágico en el que se pretende manipular al individuo y masificarlo por miedo, o bien al cambio o a la continuidad de las cosas, y en las que no se ofrece ninguna alternativa de discusión de conceptos por cuanto estos no son en si necesarios sino mas bien una perdida de tiempo.

Los partidos tienen ya hecha su forma de pensar y poseen de antemano las respuestas a la problemática social. El individuo solo puede elegir la que de alguna manera represente, aunque sea vagamente, su forma de pensar y en el peor de los casos, el más común por cierto, la que menos desafíe sus más íntimos temores.

Mientras los salvadoreños no cambiemos la forma de apreciar la realidad, es decir, mientras no hagamos el cambio de la ideología de los partidos por una filosofía propia, no habrá desarrollo, ni político, ni humano, ni social y mucho menos económico.

El consenso como forma civilizada de hacer, no puede seguir siendo nada más que un factor en la negociación, debe convertirse en una forma de vida, en la que el bien común prevalezca sobre los deseos particulares.

Mas allá de la creación de nuevos partidos políticos con tendencias de cualquier tipo, el momento histórico, nos impone la necesidad de ser facilitadores en un proceso de aprendizaje en el que es menester exponer a los individuos a conceptos filosóficos que les faciliten el aprender a analizar de la realidad en cuanto tal. Es decir es momento de educar y no de manipular.

Ya no es momento de mostrarle al conglomerado las posibles soluciones a la problemática social, económica y política a la luz de nuestros conceptos, es momento de darle al conglomerado las herramientas para que genere sus propios conceptos y aporte soluciones, pero lejos de la influencia de ideologías de cualquier tipo.

Si no somos capaces de provocar o al menos facilitar este cambio, los resultados que pueda ofrecernos cualquier gobierno en el futuro serán siempre los mismos al margen del color con el que pinten sus discursos.

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